MOIRA SOLLAZZO

MOIRA SOLLAZZO

MI PLACENTA Y LA RECUPERACIÓN DE LO SAGRADO

Parir en casa ya era un desafío tan grande que, si bien tenía información sobre la placenta, no la tenía encuentra. La quería pero no sabía qué iba a hacer. Después de que alumbré a Inara, quedé extremadamente cansada. Mientras me cosían le perdí el rastro, no sabía quién se la había llevado. Luego entre teta, llanto, agotamiento, me quedé dormida.

Al día siguiente le pregunté a mi marido, que entendía menos de la placenta que yo, qué habían hecho con ella y me dijo “la tiré”. Lloré y lloré porque sentía lo terrible de imaginármela en el tacho de la basura. Le conté a Ampi (Amparo Doula) y ella me tranquilizó, de a poco pude parar de llorar. Unas semanas después, voy al freezer a buscar qué darle de comer a mi hija Loli y la encuentro!!!!!!!! Calculo que la hermosa Lula (partera asistente) la guardó!!!

La oportunidad se había vuelto a presentar. Ahora que la tenía, ¿qué hacer con ella? La dejé en el freezer durante 5 meses. Después de escuchar a mis compañeras, en los Círculos de Crianza, hablar sobre su placenta y las medicinas que habían elaborado empecé a sentir que el momento había llegado. Pero qué hacer, las cápsulas nunca me habían tentado. 


Una noche en la que estaba necesitando de la asistencia de las brujas de la familia vinieron la Bruja Mayor (mi madre), mi cuñada (Gisela) y mi hermana menor (Romi). Entre las tres me limpiaron y guiaron a ver qué era lo que me estaba desarmonizando y surgió que la placenta no debía -por cuestiones energéticas relacionadas a mi evolución- seguir en el freezer.


Esa noche me acosté a dormir pidiéndole a mis guías que me muestren qué hacer y recibí la respuesta: viajé al día siguiente con mi marido e hijas a Aguas Verdes, desfricé de a poco la placenta y... 


Antes de describir lo que sigue quiero contarles que antes de los 5 meses de congelamiento también pensé en ella pero sentía un gran miedo a dejarla ir. El apoyo de mi familia, la compresión y experiencias de otras mujeres, la necesidad de mi linaje, el que viene y el que sigue me dieron el empujón, la confianza y la fuerza para lo que sigue.

El mismo día que mi hija Inara cumplió 5 meses, mi luna interna volvió y el néctar sagrado del regreso a la creación femenina lo usé para el ritual que les voy a contar.

En la última luna llena -al día siguiente del plelunio para encarar las energías de dejar ir desde la luz brillante que ilumina la salida- fui sola al mar. La mañana era muy fría, había mucha niebla, estábamos el mar, yo y, por supuesto, todos los seres que me asisten.


No había nadie ni a lo lejos. Sola con mi sangre lunar, con mi placenta, con mis miedos, con mis ganas de avanzar, con la magia sagrada en mi corazón. Hice un círculo en la arena con mi sangre menstrual y con la sangre de la placenta hice un camino que unía el círculo con la orilla de la Gran Madre Agua.


Cuando me sentí lista sin nada que la contenga ni la envuelva, entregue la placenta al mar, el agua se la llevo pero rápidamente la regreso a mis manos. Entendí que había algo que no estaba haciendo bien, pregunté a mis guías qué debía hacer y me pidieron que diga palabras desde el corazón. Ahí comencé a recitar una oración que invocaba a las sagradas energías de mis linajes, que retornaba lo sagrado al árbol que soy junto a cada integrante de mi familia.

Pedí que las placentas de todas las mujeres de mis familias volvieran a vibrar en armonía porque ya habíamos vuelto a recordar y recobrar la fuente infinita de su poder. Cuando terminé, volví a soltarla en el mar y el agua se la llevo para siempre. Mientras iba saliendo del agua una ola gigante me mojó por completo, así me bendijo la Gran Madre. Fue muy raro no sentir frío nunca. Todo era perfecto: cantaba y cantaba canciones que llegaban en ese momento. Mi corazón se sentía grande y empoderado, sentía a todas mis abuelas, a mis hermanas en mí.


Saliendo del agua veo una figura que se acercaba a lo lejos: era un hombre que venía caminando solo por la playa. Seguí con mi ritual aunque había algo que me alertaba. Con claridad sentí la presencia de la oscuridad al ver que ese señor se acercaba directamente a donde estaba realizando la celebración. Desde su postura y cosas que me decía buscaba hacerme sentir miedo de él y de lo que podría hacerme en una playa desierta.  En ningún momento sentí miedo, pero sí no tenía ganas de que me interrumpiera. Con la fuerza de lo que estaba haciendo, me acerque a él con la intensión de ser yo quien lo intimide porque pude registrar que él se alimentaba del miedo femenino y en mí no lo iba a encontrar. 


Igualmente seguí insistiendo unos segundos más hasta que lo miré con firmeza a los ojos y le dije que lo que estaba haciendo era brujería y que no era conveniente para él continuar ahí. Contestó con un comentario del estilo: "Yo acá (apuntándose al pene) tengo un trabajito para vos". Me reí a carcajadas, realmente me causó gracia, y lo volví a mirar a los ojos y le dije: "Si te quedás acá se te va a empezar a caer el pito en este momento". El señor se retiró sin hacer ruido y desapareció rápidamente entre la bruma. 


Al contarle a mi mamá lo que pasó, ella me escribió: el hombre representa el miedo, el sometimiento, el abuso. Vos con tu ritual quebraste esto.


Antes de entregarla al mar comencé el proceso de una tintura madre que me enseñó Ampi a hacer. Quiero agradecerle porque su acompañamiento en este proceso es sumamente importante para dejarme ser, guiándome sin mandatos hacia eso que yo tenía que hacer con mi placenta.

Hoy siento la imperiosa necesidad de comunicarle a cada mujer lo importante, poderoso y necesario que es la responsabilidad de hacernos cargo de nuestras placentas. Pedirla e informarnos. Hoy juntas podemos recuperar todo esto que por ignorancia desechamos y son nuestras principales fuentes de poder.
Hoy puedo decir que soy feliz porque volví a ser una. ¡¡¡¡¡Gracias a mis hijas, mi marido, mi madre, mis hermanas y compañeras de camino!!!!!


Calendario lunar